lunes, 12 de noviembre de 2012

ESTE NIÑO NO ME COME NADA.....



Para todos los padres...; espero que sea de utilidad.

Mil GRACIAS POR SEGUIRME ( en un día ya somos 70 )




Ese pequeño angelito que no alcanza el metro de estatura y sonríe pícaramente, puede llevar a su madre a una crisis de angustia, basta con que cierre la boca y se niegue a comer. Este enfrentamiento madre-hijo llega a crear en el niño un fuerte sentimiento de rechazo a la comida, al añadir un factor psicológico al hecho meramente nutritivo de comer.
Generalmente, la causa principal del no rotundo ante el plato de comida reside en la cabeza del niño y no en una disfunción de su aparato digestivo. Hay que recordar que el hombre no come movido sólo por instintos, sino que es un ser eminentemente social desde sus edades más tempranas. Las circunstancias psicológicas que rodean la hora de la alimentación inciden directamente en la actitud del niño.
Tampoco falta, de todas maneras, un cierto componente orgánico referido a los mecanismos que regulan íntimamente el proceso de la alimentación en el ser humano.
LUCHAS Y COMIDAS


Uno de los espectáculos más dramáticos ”a veces, simplemente cómico” que puede contemplarse en muchos hogares es la hora de almuerzo. Alrededor del niño encontramos a la madre, al padre, otros familiares y hasta personas de la vecindad, presas de gran desesperación. Avioncitos, mariposas, pájaros para distraerlo y hacerlo abrir la boca; muestras de cariño, amenazas, halagos, promesas, se utilizan para convencerlo. Esta escena, exagerada y cómica, se repite un día y el otro también, con lo que la angustia familiar va en aumento, llevando a los padres a la consulta del pediatra con una amarga queja: “este niño no come nada” .
Sin embargo, si ese niño se desenvuelve durante el resto del día con absoluta normalidad y es una criatura alegre, quizá algo nerviosa, que juega, corre, salta y se mueve sin descanso, el médico no creerá que “se alimente del aire”. Por el contrario, advertirá que más que no comer ese pequeño tiene malos hábitos alimenticios.
 
Pero hay un motivo todavía más frecuente para esas escenas conflictivas alrededor de la mesa. Todo niño busca para sí la atención exclusiva de la madre.
Poco a poco el niño se da cuenta de que para su madre el momento de la comida es especial y va a encontrar en él una oportunidad de “esclavizarla”. No hay que darle ninguna connotación intencional: éste es un proceso en gran parte inconsciente por el que, de un modo u otro, pasan todos los niños. El niño descubre que durante un rato, a veces muy prolongado, su madre vive exclusivamente para él y, encima, otras personas le dedican también una atención preferente: es el gran hallazgo.
BUENAS RECETAS

1. Crea un ambiente agradable.
Evita que la hora de comidas se convierta en algo negativo: gritos… No alargar el período de las comidas ni convertirlo en un forcejeo: 30 ó 45 minutos son suficientes. Transcurrido este tiempo, es mejor retirar el plato sin más comentarios. - Quitar importancia al acto de la comida, dejándole muy claro que no están dispuestos a dedicarle más atención que la imprescindible para observar, de reojo, que no se atragante.
2. Cambia su percepción de la cantidad de comida. Sirve a tu hijo la cantidad de comida que necesita en función de su edad en el plato más grande. De este modo, percibirá que hay poca cantidad de comida dentro de su plato.
3. Fomenta su autonomía. Puede motivarle poner la mesa, dejar que él mismo se sirva y que decida y tenga autonomía sobre sus gustos alimenticios. .
4. Enséñale a comer en familia. Siempre que puedas permítele que coma en familia para que se apropie de los hábitos alimenticios de los adultos, asimilando la conducta y los modelos de la familia. Intentar, siempre que sea posible, hacer coincidir los horarios de sus comidas con los de los mayores. Comer todos juntos abre el apetito y desvía la atención de los adultos sobre el niño.
5. Fomenta la alimentación equilibrada. Escoger el menú puede influir en el éxito o en el fracaso de su alimentación. El éxito significa que el niño debe probar una variada cantidad de alimentos saludables para ir acostumbrando su paladar a distintos sabores. - Nunca sustituir un plato que rechaza por otro cuyo sabor le agrade mucho más. Los niños tienen que comer de todo. Poco o mucho, pero variado
6. Evita complacencias y exquisiteces. La hora de la comida tiene un lugar, un tiempo y un fin claro y necesario. Hay que vigilar que el niño no coma entre horas. A veces son los mismos padres u otros familiares quienes les dan de estos alimentos creyendo así compensar lo que no tomaron antes, con lo cual el problema tiende a perpetuarse.
7. Ofrécele sólo lo que necesita. No pretendas que el niño coma la misma cantidad de alimento que vosotros. Deje que él decida y coma la cantidad de comida que necesita para satisfacer su hambre y desarrollar de forma sana sus gustos
A los pocos días comprobaremos que el niño regulariza sus comidas. No consiste pues, en amenazas ni en promesas de regalo, sino en conseguir que la ingestión de calorías se haga de forma regular. Y, por otro lado, en separar el acto de comer de toda connotación angustiosa.
Animo a todas las mamás…

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